¿Vas a Roma? Hemos preparado una guía con los lugares que no te puedes perder, los lugares gastronómicos imprescindibles, los museos e iglesias que no te puedes perder, pero también, especialmente para ti, algunos lugares secretos que quizás no conozcas.
Puede que sea un cliché, pero no hay mejor consejo para los visitantes de la Ciudad Eterna que el viejo adagio: «Cuando estés en Roma, haz como los romanos». Después de todo, de ahí viene la dolce vita. Por supuesto, después de más de 2000 años de existencia, encontrará suficiente para hacer, ver y explorar para mantenerlo ocupado durante años.
Yacimientos arqueológicos, iglesias barrocas, villas-museo y arte de todo tipo, Roma es una auténtica mina de oro cultural. Pero eso no es todo, también podrás degustar todo tipo de especialidades: entre pastas decadentes, helados, espressos y pizzas, no sabrás a dónde acudir. Además, Roma también es artesanía italiana y alta costura, y por lo tanto habrá necesariamente muchos lugares para comprar de todo.
Ya sea que nunca hayas visitado Roma o seas un habitual, ¡aquí están las 10 experiencias que definitivamente debes tener!
Al entrar en el inmenso yacimiento arqueológico del Foro, te sumergirás directamente en el corazón de la antigua vida romana. Pasear por las ruinas te permitirá imaginar a los ciudadanos romanos vestidos con togas que una vez caminaron por las calles empedradas y trajeron ofrendas a los dioses. ¿Quieres darles aún más vida a estas historias? ¡Opta por un guía que te contará todos los secretos de la vida antigua en Roma!
El sitio data de alrededor del año 500 a. Sin embargo, fue ampliada sucesivamente por Julio César, Augusto César, Domiciano y Trajano. También puede ver rápidamente que los restos de la Roma imperial se extienden mucho más allá de los límites estrictos del Foro, como lo demuestran la Columna de Trajano, el Arco de Tito y el Circo Máximo.
Después de visitar el Foro, los más valientes pueden probar suerte con la Bocca della Verità, una antigua escultura de piedra que representa el rostro de un hombre barbudo. Según la leyenda, le arrancará la mano a cualquiera que no diga la verdad. ¿Listo para darle una oportunidad?
El símbolo de Roma más reconocido internacionalmente, el Coliseo tiene una larga y sangrienta historia. Fue inaugurado en el año 80 dC con 100 días de juegos, incluidas peleas de gladiadores y peleas de animales. Con su capacidad para 50.000 personas, es el anfiteatro más grande del Imperio Romano. Fue utilizado hasta el siglo XVIII como cantera. A pesar de siglos de abandono, gran parte de este monumento se ha mantenido intacto.
Hoy en día, casi 4 millones de personas vienen a visitar este extraordinario monumento cada año. Un consejo: compre sus boletos con anticipación o prepárese para esperar en la fila. Un boleto combinado para el Foro Romano, el Coliseo y la Colina Palatina le da acceso a los tres sitios y le permite evitar las filas en el Coliseo.
Aunque el nombre hace referencia a un templo que honra a todos los dioses, el Panteón es en realidad el lugar de enterramiento de los reyes de Roma y de personajes importantes, como Rafael. El templo fue construido entre 118 y 128 dC en el sitio de un templo más antiguo.
Además de haber sido la cúpula más grande del mundo hasta la época moderna, es el único edificio que ha sido reconocido como arquitectónicamente perfecto. También es el monumento mejor conservado de la Roma Imperial. Entra y levanta la cabeza: el óculo de la cúpula está abierto al cielo, dejando entrar la luz del sol.
Aunque la Basílica de San Pedro es un lugar de peregrinaje para los católicos, todos apreciarán su majestuosa arquitectura. De hecho, es la iglesia más grande del mundo con sus 18.000 metros cuadrados. Fue en el año 349 dC cuando Constantino construyó una basílica sobre la tumba del primer Papa San Pedro.
Esta iglesia fue demolida más tarde para dar paso a la iglesia actual, que se completó en 1626. En el interior encontrarás el magistral retablo de Bernini, el gran calvo de bronce, y la Piedad de Miguel Ángel.
Cualquier viaje a Roma estaría incompleto sin un desvío a la Fontana de Trevi, una obra maestra barroca creada por Nicola Salvi. Cuenta la leyenda que quien arroja una moneda a la fuente regresa a Roma.
Desafortunadamente, la hermosa fuente tiende a estar invadida por turistas que compiten por el ángulo perfecto y vendedores ambulantes que venden recuerdos baratos. Debe visitarse temprano en la mañana o tarde en la noche, cuando las multitudes se dispersan. Podrías vivir un momento mágico como en la mítica película La Dolce Vita, donde Marcello Mastroianni vadea la fuente detrás de Anita Ekberg.
Una de las grandes alegrías de Roma es perderse por las estrechas calles empedradas que conforman el Centro Storico. Partiendo de Piazza del Popolo, tres calles principales forman un tridente que conduce a Piazza Venezia y al Coliseo.
Se ramifican innumerables calles y callejones, en los que encontrará iglesias de arte barroco que se entrelazan con numerosas tiendas, así como atractivas heladerías, cafeterías y restaurantes. Una única consigna: tómate tu tiempo, es hora de saborear la dolce vita.
Fácilmente podría pasar un día entero explorando el área alrededor del Vaticano. Comience en la Piazza di San Pietro, que Bernini diseñó para que pareciera brazos extendidos en un abrazo. Además de la Basílica de San Pedro, es imprescindible visitar los Museos Vaticanos, que albergan la Capilla Sixtina de Miguel Ángel. No se puede perder entre las 1.400 habitaciones del palacio: las habitaciones del maestro Raphaël.
Al sur de la Ciudad del Vaticano se encuentra Castel Sant’Angelo, donde los papas buscaron consuelo durante los asedios. Sube a la cima para disfrutar de una espléndida vista de la Ciudad del Vaticano y el Tíber. En su base se puede admirar el Ponte Sant’Angelo con los ángeles de mármol exquisitamente tallados de Bernini.
Trastevere significa «al otro lado del Tíber». Una vez que se cruza el río, se sentirá la diferencia en la atmósfera. De hecho, paseando por las calles, notará rápidamente el ambiente moderno y bohemio que reina en el barrio.
Por la noche, Trastevere cobra vida. La gente pasea, toma una copa en los bares que bordean las calles y finalmente disfruta de las cálidas noches romanas. Un consejo: ve y prueba el Freni e Frizioni. Este café sirve excelentes aperitivos y especialmente cócteles de frutas frescas. No te arrepentirás !
Roma fue construida sobre siete colinas, y aunque Gianicolo (o Janiculum) no es una de ellas, es el mirador más alto desde el que admirar la ciudad. Los amantes de Roma se reúnen aquí al atardecer. Desde allí arriba, puedes ver los monumentos más importantes de la capital: la Plaza de España, el Palacio Venezia y mucho más.
El camino largo y sinuoso hasta allí puede ser una buena caminata, por lo que es mejor ir en coche o Vespa si puede. Haz una parada para admirar la Fontana dell’Acqua Paola (comúnmente llamada Fontanone), una fuente monumental donde Paolo Sorrentino filmó escenas de La Grande Bellezza.
La cocina italiana es muy regional, y aunque sin duda encontrarás platos como el ragù alla bolognese (la salsa de carne típica de Bolonia) en los restaurantes, opta exclusivamente por platos romanos que suelen ser sencillos pero siempre buenos.
Entre los entrantes típicos encontrarás alcachofas fritas, lomos de bacalao fritos, mucho queso y embutidos. La pasta romana más clásica es el bucatini all’amatriciana, una salsa de tomate especiada con peperoncino, guanciale (carne de cerdo) y pecorino romano; spaghetti alla carbonara, una salsa cremosa hecha con yema de huevo cruda, pimienta negra, guanciale y pecorino romano; y el tonnarelli cacio e pepe, una combinación ganadora de pecorino romano y pimienta negra.
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